En “Alcobas Licenciosas”, novela recién lanzada por Walter Garib y Edición Digital, se muestra cómo al amparo de la tradición y las relaciones asimétricas entre patrones y clases trabajadoras, se ha practicado el abuso sexual a través de prácticas toleradas y arraigadas en la sociedad latinoamericana.
1. ¿Cómo nace la inquietud por escribir esta novela?
Después de haber leído el Decamerón de Boccaccio, Las Mil y una noche, Henry Miller, Anaïs Nin y el Marqués de Sade, en distintas épocas de mi vida, creí de interés abordar el tema del erotismo. ¿Cuál erotismo? Ese que nace de la intimidad, el que nos hace soñar, ajeno desde luego a la vulgaridad emparentada con la violencia o el desenfreno, que se me antoja como una borrachera, donde se pierde la visión del verdadero goce. Siempre pendió sobre mi cabeza, como la espada de Damocles, el deseo de escribir sobre erotismo.
2. Han pasado 20 años desde que “Alcobas Licenciosas” fue escrita. ¿Por qué tanto tiempo? ¿Qué importancia tiene la corrección en su proceso creativo?
Escribí “Alcobas licenciosas” con el propósito que fuese publicada un año después de haber sido corregida, sin embargo, ningún editor se atrevió o quiso hacerlo. La guardé y la volví a retomar cinco años después. Quería someterla a nuevas correcciones, pues me gusta trabajar la escritura. Desbrozar, cepillar como decía Miguel Arteche. El reposo engrandece o empequeñece los textos y vi en esta novela, que conservaba la fuerza y el embrujo que al comienzo quise darle.
3. En su opinión, ¿qué rol juega la literatura cuando se trata de dar cuenta de los cambios que la visión de temas como sexo o género tiene en el paradigma social?
Todo la literatura, sea de calidad o pura vulgaridad, contribuye a crear los paradigmas, a servir de referentes en una determinada época, sean de cualquiera naturaleza. Pero atención. Hay novelas que tienen una existencia efímera y se olvidan en un soplo. Otras, perduran y se instalan en el Parnaso. Así sucede con la pintura, la música o cualquiera de las expresiones de la creación.
4. ¿Situaría Alcobas Licenciosas en el erotismo, el romanticismo, hablaría de un cruce de planos?
Me sedujo cuando la Editorial Digital se refirió a la novela como un texto donde se conjugan el romanticismo y el erotismo, lo cual le otorga una visión sensual, alejada de la perversidad. Quizá la fórmula ideal para que el libro perdure. Ese es nuestro propósito. El sexo debe ser planteado y tratado como una de las actividades más sublimes a las que se puede aspirar. ¿Hay mayor embrujo en nuestras vidas que esta experiencia? Nada nos subyuga tanto.
5. ¿Cómo se establecen hoy las situaciones de abuso? ¿Existe una literatura preocupada del tema o también es algo que requerirá una mirada histórica?
El abuso sexual también ha sido abordado por la literatura en sus diferentes fases. Se halla dentro de los temas que inquietan a nuestra sociedad contemporánea, aunque proviene desde las primeras manifestaciones del hombre. A partir de ahí surge la pederastia, la explotación infantil, la prostitución. No hay temas vedados para el escritor. El desafío radica en cómo tratarlos.
6. ¿Qué opinión le merecen obras como “Pídeme lo que quieras” o “50 sombras de Grey”, que pretenden erigirse como referentes de la literatura erótica actual?
No he leído ninguna de las dos novelas en su totalidad. Sí hojee y leí párrafos de 50 sombras de Grey por curiosidad, y no veo ahí literatura. No quiero decir que sea pornografía, pero la roza. Esta literatura es una mezcla de Corín Tellado, sazonada con la literatura erótica de todos los tiempos. Un guiso exótico aliñado con ají. Bien venido el escándalo con todos sus ingredientes. Creo que detrás de la autora hay un equipo que escribe estos textos. Hay ausencia de encanto en el tratamiento del lenguaje en sus 541 páginas. Con la mitad habría sido suficiente. No observo el humor fino, las nuevas visiones de cómo escribir un texto que podría servir de “ayuda” para los iniciados que buscan despertar la libido. Un libro sobre cocina tiene mayor hechizo, para quienes desean disfrutar de la carnalidad.
7. Me salgo de la novela y me gustaría pedirle su apreciación acerca de la escena literaria chilena hoy. ¿Dónde deberíamos, a su juicio, poner atención?
Nuestra prosa actual, y hago la salvedad del cuento donde hay buenos cultores, se encuentra en proceso de búsqueda. Me duele decirlo. La novela chilena con las excepciones del caso, se mantiene a la zaga de lo que se escribe en nuestro continente. Como lo he expresado en otras ocasiones, la poesía en cambio, debe situarse en el pináculo. Es la más potente de habla hispana. Desde hace tiempo privilegio en mis lecturas a los poetas. De ellos aprendo y les agradezco su aporte.
8. ¿Quiénes son los autores con los que está en diálogo constante, los que han influido de alguna manera en su trabajo?
Aun cuando tengo infinidad de amigos que escriben distintos géneros, me gusta frecuentar a los poetas y leerlos como lo digo más arriba. ¿Influencias? Las he recibido de quienes me cuentan historias, de quienes leo. Desde cuando cayeron en mis manos libros de Julio Verne, de Dumas, de Kafka, Las mil y una noches, de infinidad de europeos, españoles como Benito Pérez Galdós, Pío Baroja, Unamuno. De nuestros vecinos. Sobre todo de Rulfo, García Márquez, Azuela, Borges, también de Cortázar y de los chilenos Alberto Blest Gana, Nicomedes Guzmán, Jenaro Prieto, Orrego Luco. Novelas que leía mientras estudiaba humanidades en el Internado Nacional Barros Arana. Ahí despertó mi vocación por escribir, apoyado por mis profesores de literatura, donde se encontraban los escritores Alfonso Calderón y Ernesto Livacic.
9. ¿Enmarcaría su trabajo literario dentro de alguna corriente literaria actual? ¿Se siente parte de alguna “generación”?
Como he escrito sobre variados temas y no me he engolosinado con ninguno, debería pertenecer a los escritores del exilio interior, de quienes durante la dictadura de 17 años, permanecimos en Chile. De ahí, nuestra visión se hizo crítica, descarnada, al enterarnos de los abusos, mientras desaparecían o eran asesinados los opositores, de cómo la oligarquía se apropiaba del país. Semejantes trapacerías, nos proporcionaron infinidad de temas, sobre los cuales uno, al comienzo, no se atrevía a abordar. Vivíamos bajo el terror. Entonces, debería pertenecer a la generación del exilio interior.
10. ¿Qué otros temas considera pendientes de abordar por la literatura? ¿Desde dónde podrían hacer camino las nuevas generaciones de autores?
Aunque se ha dicho que los argumentos en la literatura no pasan de ser 38 según Alone, el escritor debe escarbar en la realidad de su medio, permanecer atento a los cambios, alerta a las veleidades de la historia, a la alienación de nuestra sociedad, obnubilada por el consumismo, el dinero fácil, el lujo como objetivo final de nuestra existencia. Desde ahí, los temas se convierten en infinitud, como las ramas de las araucarias milenarias. Quien de verdad es escritor, sabrá como ingresar a los bosques donde se hallan estos árboles.